viernes, 25 de julio de 2014
sábado, 12 de julio de 2014
necesitan curso locución
Curso locucion
74873486
Srta. Angi
Necesitan 1 o 2 veces a la semana.
Tienen 250.000
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jueves, 10 de julio de 2014
VALPO A PIE
El Gran Hotel Gervasoni situado en el Paseo Gervasoni desde donde tenemos acceso al ascensor más antiguo de Valparaíso, el Ascensor Concepción.









Valparaíso e Isla Negra
Galerías de fotografías
Cerro Concepción, Bellavista y Polanco
Isla Negra, la casa predilecta de Pablo Neruda





La oferta hotelera en Valparaíso es muy amplia, pero es importante elegir bien la zona para evitar paseos inútiles. El Cerro Concepción es quizás la mejor alternativa para el visitante con numerosos hoteles de diferentes categorías. Quizás recomendaría el Gran Hotel Gervasoni o el Brighton por su relación calidad precio, y sobre todo, por su estupenda terraza.
Cerro Concepción, como otras partes de la ciudad, están ahí para ser descubiertas. Sus calles y vericuetos son como un laberinto donde la sorpresa aparece en cualquier muro pintado con algún espectacular grafiti, en las fachadas de colores de las casas, en los pequeños cafés y en esos rincones donde cuelgan casas sobre laderas imposibles en precario equilibrio. A pesar de las aceras rotas, las calles levantadas y la suciedad, permanece la sensación de estar en un lugar único anclado en algún momento del tiempo. Es este carácter el que atrae a grupos de amigos y familias que vienen hasta aquí a disfrutar de sus miradores, a tomar una copa en una terraza, a pasear o simplemente a descubrir rincones secretos entre sus laberínticas calles.


De izquierda a derecha, el Reloj Turri, el Hotel Brighton con su terraza, vista del puerto desde el interior de la cabina del Ascensor Concepción, e interior del café ubicado dentro del Museo Lukas.
La Municipalidad de Valparaíso promueve una serie de rutas a pié que introducen a los visitantes en los secretos de la ciudad en una especie de aventura urbana. En los Puntos de Información Turística situados en la Plaza Sotomayor y en el Muelle Prat nos darán toda la información que necesitemos. Quizás la ruta más interesante sea la que cubre el centro con los cerros Alegre y Concepción para dar a conocer la importancia de las olas de inmigrantes que se instalaron aquí en el S.XIX y que crearon en Valparaíso una sociedad multicultural cuyo legado llega hasta nosotros.








Comienzo la visita al Cerro de Bellavista desde su parte alta dirigiéndome a La Sebastiana, la residencia que Pablo Neruda eligió en Valparaíso en la calle Ferrari 692. Pablo Neruda cansado de la agitación de la vida en Santiago, decidió buscar un lugar más tranquilo para escribir y escogió instalarse en 1961 en Valparaíso en esta casa ubicada en lo alto del cerro desde donde tenía unas vistas privilegiadas de la bahía y el mar. Compró la casa a medias con una pareja de amigos y se quedó con los pisos superiores que decoró a su gusto con motivos marineros y allí pasó los últimos momentos de su vida con su tercera esposa, Matilde Urrutia, hasta su muerte en 1973. La casa fue saqueada por los militares tras el golpe de estado de Pinochet ese mismo año y no fue restaurada hasta 1991 con sucesivas ampliaciones que incluyeron un centro cultural. Los fines de semana se forman largas colas para visitar esta casa de estrechas escalinatas, ocultos rincones y grandes ventanales sobre los tejados del Cerro de Bellavista que descienden hasta el puerto a los pies del Pacífico. En su interior los diferentes espacios están decorados de manera irrepetible y por ello es una pena que esté prohibido hacer fotografías. De todas formas si de verdad queremos descubrir la esencia de ese marinero en tierra que fue Pablo Neruda deberemos dirigirnos hacia ese lugar único, mágico y sorprendente que es su casa de Isla Negra ubicada a una hora de viaje desde Valparaíso.




Imágenes del exterior y del salón mirador de La Sebastiana, la casa de Pablo Neruda en Valparaíso donde el mar es la esencia del paisaje. También en un paseo por el Cerro de Bellavista encontramos casas decoradas con imágenes alegóricas a la esencia portuaria de la ciudad.

El Océano Pacífico se salía del mapa! No había donde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte.
Por eso lo dejaron frente a mi ventana.
(Fragmento “Una casa en la Arena” P. Neruda)
El descenso hacia el centro de la ciudad lo hago por la calle Héctor Calvo donde numerosas casas tienen en su fachada placas de azulejos con versos de García Lorca donadas por el Ayuntamiento de Granada. En este descenso rodeado de casas de colores me desvío hacia la paralela calle Ferrari donde se encuentra el Museo Organológico con su curiosa colección de instrumentos musicales. De aquí vuelvo hacia Héctor Calvo hasta encontrar el estrecho pasaje de la calle Pasteur que me lleva hacia uno de esos rincones que sólo se pueden encontrar en Valparaíso. Entre unas estrechas callejuelas a las que se accede por una serie de escalinatas descubro un espacio de colores único a los pies del Ascensor Espíritu Santo.
Estoy en el llamado Museo a Cielo Abierto, un espacio urbano de casas pintadas de colores, fachadas decoradas, vericuetos imposibles y edificios desvencijados de otras épocas que forman un conjunto de extraña belleza en medio de un caos de ruinas y vegetación que crece entre los muros de los descampados. Este rincón es como la esencia de Valparaíso, donde la belleza decadente aparece como un regalo en medio del abandono y el olvido.



Las viejas casas de tablones de madera y chapa se alternan con los estrechos edificios pintados de colores a los pies de las desvencijadas instalaciones del Ascensor Espíritu Santo. El conjunto no deja de ser sorprendente y atrayente en su decadencia.




Después de dos días recorriendo Valparaíso parecía imposible seguir descubriendo rincones especiales, pero es que esta ciudad que casi espanta cuando uno se adentra en ella y te acaba atrapando en ese desorden de otros tiempos, todavía guardaba algunas sorpresas. Siguiendo el Paseo Colón en dirección hacia la Avenida Argentina me dirijo hacia otra zona de cerros en los que no es muy recomendable adentrarse llegado el anochecer. Pero es que entre el Cerro Molino y el Cerro Barón se encuentra alguno de esos viejos ascensores de la ciudad todavía en funcionamiento. Atrás he dejado el Ascensor Monjas y enfilo directamente hacia el Ascensor Polanco, uno de los iconos indiscutibles de Valparaíso.
Llego a la calle Simpson y encuentro casi de casualidad la entrada a un oscuro túnel y que es el acceso al Polanco, el único ascensor vertical propiamente dicho de todos los construidos en la ciudad. El túnel se adentra en las húmedas entrañas del cerro durante unos 50 metros hasta finalizar delante de unas puertas metálicas. El único ascensorista de la ciudad abre las puertas y ascendemos en este espacio claustrofóbico hasta una primera parada en una de las calles del cerro, y luego hasta la segunda parada ubicada en una especie de torreón que sobresale a 80 m. sobre el nivel del mar entre las casuchas del barrio. Las espectaculares vistas sobre la ciudad atraen a muchos visitantes hasta aquí a pesar del paisaje desolador de las depauperadas barriadas ubicadas a los pies del ascensor mirador. El torreón se conecta a través de un paso elevado de casi 50 m. con las calles del Cerro Polanco, pero un pequeño paseo entre patios llenos de chatarra, niños jugando entre basuras y calles de cuestas imposibles me hacen desistir de internarme sólo en unas calles donde empieza a caer el sol.

Tras recorrer los 50 metros del túnel de acceso al ascensor Polanco, la subida al mirador ubicado en su parte más alta permite obtener una vista general de los cerros que rodean Valparaíso. La pasarela elevada conecta el ascensor con las calles del Cerro Polanco.

Retrocedo sobre mis pasos para asomarme de nuevo al mirador, hacer unas fotos más y descender en este ascensor construido en 1915, el primero en ser declarado Monumento Histórico en Valparaíso, hacia el túnel que me devuelve a la agitación del mercado al aire libre instalado en la Avenida Argentina. Los ascensores acaban por ser adictivos porque permiten pasar de un entorno urbano a otro sin solución de continuidad en unos minutos viajando entre mundos paralelos que marchan a ritmos diferentes dentro de un mismo lugar. Quizás esa sea parte de la magia de Valparaíso que decido dejar para completar en otro viaje mientras me dirijo hacia un nuevo destino, la casa de Pablo Neruda en Isla Negra. Valparaíso y sus extraños rincones van quedando atrás y la sensación de haber visitado un lugar especial, extraño en su desaliñada belleza, en su organizado desorden y en su caos de derribo, permanece como los colores de sus casas en mi retina. Curiosa ciudad…
Sobre nuestros Tours
¿Porque debes tomar un tour con nosotros?
- Porque somos guías locales, nacidos y criados en Valparaíso, Verdaderos porteños!
- Porque es una manera segura y entretenida de conocer la ciudad.
- y porque somos tu mejor opción para conocer la ciudad.
Caminatas guiadas por la ciudad totalmente personalizadas con una duración aproximada de 3 a 4 horas, donde conocemos los cerros de Valparaíso, pero no todo es a caminar, también nos internamos en la vida cotidiana del porteño recorriendo la ciudad en su transporte publico típico como lo son trolleys y ascensores o la tradicional micro.
No es el tipico tour masivo y comercial! porque sabemos que tu eres especial, antes de salir a recorrer, nos gusta saber cuales son tus gustos y preferencias, de donde vienes y si ya has estado antes en esta hermosa ciudad, para poder hacer un recorrido único para ti, tu familia o tus amigos.
Visitamos y mostramos un poco mas de vida real, barrios populares, miradores poco conocidos y por supuesto la zona patrimonial y la zona turistica de la ciudad, ademas si tienes pensado conocer algún lugar en especifico de la ciudad, nosotros lo incluimos en tu tour, sin ningún costo adicional. (solo lugares públicos)
Horarios
Partimos desde tu hostal u hotel o el sitio en donde te encuentres hospedado a la hora y día que tu quieras, y terminamos el recorrido en el lugar que tu elijas, puede ser de vuelta a tu hospedaje, algún mirador o algún bar o restaurante ¡eso lo decides tu!
¿cuanto cuesta?
1 persona $ 10000 pesos chilenos por persona.
2 personas o mas $ 5000 pesos chilenos por persona.
Si el tour parte desde la ciudad de Viña del Mar se agregan $1000 por persona por concepto de locomoción.
¿Que incluye?
1. todos los tickets de ascensores, trolleys y cualquier otro transporte a utilizar.
2. Agua Mineral
3. Bloqueador solar (solo en verano)
4. Una experiencia inolvidable
¿como puedo reservar un tour?
a través de nuestro mail, valpo.culturistica@gmail.com
o puedes llamarnos a los siguientes móviles:
09-91312238 ESPAÑOL09-82864096 ENGLISH


Isla Negra, el barco en tierra de Pablo Neruda
Pablo Neruda fue un marino frustrado, un marinero en tierra y la casa de Isla Negra fue su barco, su navío y el fue su capitán. Aquí, a los pies del océano Pacífico, rodeado de oscuras rocas y pinos que retrepan por los acantilados de esta costa y a los pies de una pequeña playa, construyó su hogar más querido, su barco en tierra que fue ampliando con el paso de los años.
Entrar en esta casa de Pablo Neruda es hacerlo en un lugar único configurado por los sueños del poeta. Viajero, diplomático, escritor… Neruda aprovechó sus estancias en Asia, África y Europa para hacerse con objetos que luego integró en su imaginario particular. A lo largo de su vida recopiló todo tipo de objetos, recuerdos, obras de arte, objetos de los que se rodeo otorgándoles personalidad propia y una significación especial y con los que se creó un mundo propio.
Neruda llegó hasta este paraje de la costa chilena allá por el año 1937 buscando el lugar idóneo para escribir su “Canto General” y cayó prendado de su paisaje por entonces todavía virgen, del embate de las olas de un mar inmenso y del olor, intenso olor a salitre y océano. Neruda compró en 1939 lo que era entonces una pequeña casa de piedra a un viejo capitán de navío español y con el paso de los años la convirtió en su casa favorita y el lugar donde él y su tercera esposa, Matilde Urrutia, pasaron la mayor parte de su tiempo en Chile.
Isla Negra está ubicada al sur de Valparaíso y se accede un poco antes de llegar al balneario de El Tabo. Toda esta pequeña zona está llena de referencias a Neruda y su obra, en puestos artesanales, negocios, tiendas, pinturas callejeras o pequeños monumentos. Hay una zona de estacionamiento de pago para dejar el vehículo particular, y después sólo hay que seguir las indicaciones que nos llevan a un camino de tierra entre altos pinos. Allí está la entrada al museo donde deberemos abonar unos 3$ por persona y esperar nuestro turno para la visita guiada. Y por desgracia está prohibido hacer fotografías en el interior de la casa...








Neruda, amante del mar y de las cosas marítimas, rebautizó la casa como Isla Negra por el color de las rocas que salpicaban la playa a los pies de la propiedad y durante los primeros diez años la casa fue creciendo y ampliándose insertándose en el paisaje costero como un barco con techos bajos, pisos de madera crujiente y pasillos estrechos. Allí, entre el tumultuoso movimiento oceánico, las rompientes, los roquedales negros y la brisa, Neruda hizo del mar uno de los escenarios míticos de su poesía.
El lugar no deja de sorprender desde la misma entrada con una extraña máquina llamada Locomóvil ubicada en el centro del jardín. A partir de aquí la casa se convierte en todo un muestrario de recuerdos del poeta y premio Nobel que nos hablan de una vida rica e intensamente vivida donde el mar siempre es protagonista: mascarones de proa, cartas náuticas, sextantes, rosas de los vientos, réplicas de veleros, una colección de pequeños barcos encerrados en botellas, otra colección de conchas y caracolas, dientes de cachalote… Y también recuerdos de sus viajes que hablan de su curiosidad y de sus gustos más personales: máscaras de Asia y África, botellas de colores, pipas de marfil, restos de maderas arrojadas por el mar que el transformó en su escritorio, retratos de personajes científicos y literarios… y libros, muchos libros.
La entrada da paso a la Sala de Estar original donde destacan su enorme ventanal y la colección de mascarones de proa auténticos, cada uno con nombre propio como la Medusa, de madera pintada desteñida por el paso de los años; o la María Celeste, mascarón de proa más pequeño de pulida madera oscura suspendida de la barandilla del segundo piso. El suelo de baldosas rojizas contrasta con una roca oscura que se dejó al construir la casa y con una gran chimenea. A continuación pasamos al salón comedor donde nos encontramos con la mesa puesta, preparada para recibir a los viejos amigos y las vitrinas con sus vajillas. Subimos hasta el segundo piso donde está el cuarto principal de Neruda, de forma redondeada y con una privilegiada vista sobre el mar, los armarios con sus zapatos y trajes y otros recuerdos. Toda una herencia de su vida viajera completada con los regalos que recibía de amigos y conocidos.
Entrada a la casa museo desde donde se accede el jardín donde se encuentra el Locomóvil y al frente de la casa que da al mar.






La parte original de la casa con el torreón está construida en piedra. Mirando al mar se encuentra el Campanil y la lancha donde Neruda invitaba a "navegar" a sus amigos. Al pie del acantilado está la Cabaña donde se encerraba para escribir antes de la ampliación de la casa.




Desde el jardín se accede hasta la tumba de Neruda y su última esposa desde donde se observan la playa, las rocas y el mar que tanto amó cumpliendo así la voluntad que había expresado muchos años antes en su poema “Disposiciones” del Canto general: “Compañeros, enterradme en Isla Negra, / frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver...”
Neruda salió de esta casa ya gravemente enfermo tras el golpe militar de Pinochet en 1973 para morir poco después en Santiago. Desde entonces la vieja casa pasó a ser un lugar de acceso prohibido y durante años estuvo cerrada y tapiada hasta que con la llegada de la democracia se decidió convertir esta casa en fundación y museo. En diciembre de 1992 los restos de Neruda fueron trasladados allí junto a los de su esposa, Matilde Urrutia, y sepultados en el jardín de la casa frente al mar transformando el lugar en uno de los lugares más visitados de todo el país. Sin duda un lugar imprescindible para entender a este poeta universal.
A partir de 1965 proyectó nuevas ampliaciones que aumentaron las estancias y los espacios de la casa para dar acogida a su creciente colección de objetos: colmillos de elefante, el largo cuerno de un narval, un gran globo terráqueo… Así surgió una nueva sala de estar con chimeneas donde recibía a sus invitados, una biblioteca, o el que se convirtió en su lugar preferido para escribir: la Covacha, una habitación apartada con un ventanal abierto al mar y techo de zinc para que las gotas de lluvia repicaran trayendo a su memoria los sonidos de la casa de su infancia en el lluvioso sur de Chile. Pero además la casa de Isla Negra se convirtió en uno de los lugares de reunión más animados del país. Neruda siempre fue un anfitrión generoso con sus amigos e invitados y por ello la casa contaba con su propia cantina en cuyo exterior está la barca donde se subía con sus amigos a navegar en tierra y a repicar las campanas del campanil que allí instaló cual capitán en su navío.
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