jueves, 10 de julio de 2014

CARRETES EN VALPARAISO

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El carrete porteño: diverso y a la mano 

Quienes hayan visitado Valparaíso en su juventud lo primero que recordarán son las salidas de noche. Con un pasado de bohemia marinera, hoy es una ciudad noctámbula. Hay carrete para todos los gustos, todos los días y, lo más importante, sólo a unas cuadras.
Juan Matías tiene 25 años. Se vino desde Arica a estudiar Ingeniería Ambiental al Puerto. Está en la casa de un amigo disfrutando de un asado, cuando son las once de la noche. Comen carne y toman cerveza, pisco o ron, como previa o antesala del carrete (1). A eso de las una de la madrugada irán a un local, que fue elegido en conjunto. Juan Matías espera llegar allá y encontrarse con más amigos, también espera conocer gente nueva. Va a ser un carrete bueno, una noche larga, después de habérselo bailado todo -esas canciones que no permiten descanso- se irán de vuelta al lugar del asado, a hacer un after hours, con buena música y las personas precisas- dice Juan Matías. Entonces seguirán divirtiéndose hasta que salga el sol y se acabe el copete (2).
Ese es el itinerario fiestero idóneo para la mayoría de los universitarios de Valparaíso. Los locales preferidos, en general, son el Balmaceda y el Barcelona, que quedan en el Almendral, muy cerca uno de otro; El Huevo, a pasos de la Plaza Aníbal Pinto; La Sala de la Piedra Feliz y el Duff Club en Errázuriz pasada la calle Bellavista; El Proa y El Playa en el Barrio Puerto, entre otros. Les gusta bailar los ritmos de moda como el reggaetón, la clásica pachanga, los singles latinos de los ochenta y noventa y, por qué no, un poco de folklor o un poco de salsa. La música en inglés entusiasma menos, pero Like a virgen de Madonna y Take on me de Ahá, ya son parte inevitable del repertorio de las discoteques.


Juan Matías, Estudiante de Ingeniería Ambiental
Para Juan Matías el ideal es que donde vaya existan dos ambientes bien definidos, uno para sentarse a conversar y otro para bailar. El valor de la entrada está entre los $1.500 y los $3.000 pesos; y adentro el alcohol es barato. Valparaíso es conocido por vender cervezas de tres cuartos de litro en vez de la típica individual, a no más de mil pesos. De preferencia él y sus amigos no se cambian de lugar en toda la noche, pero si hubiera que hacerlo, siempre hay uno cerca y el más lejano está a solo cinco minutos en auto o diez en micro.
En la década del noventa, el epicentro de la jarana era Subida Ecuador por tener muchos bares uno al lado de otro. Hoy sigue existiendo una buena cantidad de pubs y discoteques, principalmente enfocados en el adulto joven, con ofertas de Happy Hour, tragos exóticos como el Tequila Sunrise o el Sex on the Beach y karaoke. Sin embargo, otros sectores de la ciudad han proliferado en locales nocturnos. Avenida Errázuriz entre calle Bellavista y Pasaje Ross es el reino de la pachanga y los bailables latinos.


Barcelona Bar
En cambio, la Subida Cumming, que comienza en Plaza Aníbal Pinto, se ha perfilado más hacia el estudiante universitario o el adulto joven lana o hippie, que disfruta de peñas, música folklórica, de autor o batucadas. Lugares como El Canario, El Gato en la Ventana, Canción de la Trova y El Picante caen en esta categoría. Pero también los hay donde se escucha música anglo y el ambiente es más urbano; estos se encuentran en calles adyacentes como Avenida Elías, Pasaje Wagner y Subida Almirante Montt. El Abasto, El Ritual, Vintage, Alimapu y Kábala son algunos de sus nombres. Todo este sector se camina en pocos minutos, pues las calles son cortas y estrechas. Por lo que, muchos de los que lo frecuentan gustan de ir de local en local, cambiando de ambiente.
Arriba, en el Cerro Alegre y Cerro Concepción desde el año 2000 en adelante se han puesto restaurantes y bares, que forman otro nicho para los noctámbulos. Mauricio, abogado de 30 años, es de Viña del Mar pero le gusta ir a sitios de Valparaíso. Agradece el esmero en el diseño interior, la música anglo a volumen moderado y los bares bien provistos. Siempre discuto con la gente que dice que el lugar no importa y que lo esencial es la compañía –dice Mauricio-. Por supuesto que la compañía es vital, pero le doy mucha importancia al lugar y muchísima a la música. Bares como el Café Vinilo, Gremio, Urriola y Poblenou son del gusto de su gusto. Allí el público tiene entre 27 y 35 años, a veces más. Son lugares de ambiente moderno, donde se puede pedir algo para comer, como tablas o tapas, que acompañe la bebida. La carta de tragos generalmente tiene una buena selección de vinos, destilados de calidad y cervezas artesanales e importadas.


Bar El Gremio
En cuanto a los restaurantes, el favorito para ir en grupo de amigos es la pizzería Allegretto. Allí también se hacen fiestas para el año nuevo. Usualmente, quienes acostumbran carretear en estos cerros son los profesionales jóvenes que eligieron Valparaíso para vivir. Pero también hay mucho extranjero, estudiantes de intercambio o turistas, y viñamarinos que como Mauricio, prefieren la apuesta cuidada de estos locales porteños antes que los pubs de la ciudad jardín. Mucho gel y camisa apretada- dice Mauricio de los últimos.
A la hora de bailar para los que evitan las modas latinas, en plena Plaza Aníbal Pinto se ubica el Máscara, discoteque de dos ambientes con música anglo ochentera y noventera y especiales de grupos que van desde Radiohead a The Strokes, caracterizándose por la música alternativa. Más allá en el Barrio Puerto se encuentra la Blondie, sucursal de la mítica santiaguina, que apunta al mismo nicho que la discoteque anterior. Y aún más allá, en el sector de Plaza Echaurren, por calle Blanco se encuentra el Pagano, que tiene como público cautivo a las minorías sexuales, aunque muchos heteros lo frecuentan. Es común que haya especial de divas, desde Rafaela Carrá hasta Britney Spears.


Las Cachás Grandes
Cercano al Pagano, se encuentran los pubs Éxodo y Las Cachás Grandes y la discoteque Morgana. Todos de la misma dueña. Los primeros dos siguen la línea del Pagano, en cuanto a música y decoración, aunque con variantes: Las Cachás Grandes tiene un look más romántico que el Éxodo. El Morgana, en cambio, está orientado a un público gótico o electrodark.
El Barrio Puerto es diverso en su oferta; aún quedan algunos reductos de la bohemia como el Flamingo Rose. También existen bares de tocatas rockeras o punkies como La Cantera y el bar La Aduana, y otras tabernas de viejos. En general Valparaíso es así, en una noche se puede ir a escuchar jazz, ir a un especial de música indie, tomar un vino de reserva en algún bar y terminar bailando Spice Girls. Lo mejor: que todo está a cinco minutos y en una bella escenografía.


(1) Carrete: fiesta, juerga, jarana
(2) Copete: bebida alcohólica
 

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Valparaíso turístico: El pulso de la ciudad 

Quien visita Valparaíso no solamente obtiene un descanso de su rutina, sino que encuentra un pasado patrimonial, una original geografía e intrincada arquitectura, su legado poético y artístico, gastronomía de punta y aquella tradicional, pero por sobre todo un estilo de vida.
Cada vez más personas en el mundo eligen a Valparaíso como destino turístico. Está consolidándose como uno de los cuatro destinos de exportación de Chile en conjunto con San Pedro de Atacama, Torres del Paine e Isla de Pascua. En conjunto con Viña del Mar son el segundo destino más visitado por turistas internacionales y el primero en cuanto al turismo interno. Ya en el 2007 se registró en Valparaíso un incremento del más de 20% en visitas, recalaron 49 cruceros y los hoteles de la ciudad se ocuparon en más del 70%. Más allá de las cifras, esta tendencia se nota en los ascensores, donde grupos de visitantes esperan su turno para subir, en la presencia de buses de turismo en la Plaza Sotomayor y en los muchos fotógrafos de ocasión que enmarcan el paisaje urbano.

No es extraño escuchar hablar diversos idiomas en sus cafés. Lo cierto es que Valparaíso se ha vuelto atractivo para estadounidenses, argentinos, franceses, canadienses, alemanes, japoneses, brasileros y españoles, por orden de mayoría. Son personas principalmente con intereses culturales, que ya tienen cierto conocimiento de la ciudad, que están interesadas en visitar museos, ver obras de arte, recorrer, comprar buenos souvenir y que quedan con deseos de volver –dice Milos Miskovic, Jefe del Departamento de Desarrollo Turístico de la Municipalidad de Valparaíso. Prueba de ello es que el lugar con mayor afluencia de público es la casa de Pablo Neruda, La Sebastiana.
crucero

Valparaíso cuenta con un Observatorio Turístico –hay sólo dos en Chile, estando el otro en Valdivia- que le permite conocer a su visitante. Es así como se ha detectado que el turista extranjero se sorprende con el clima y paisaje urbano de la ciudad. Sin duda, Valparaíso goza de una temperatura agradable, ni gélida en invierno ni extremadamente calurosa en verano, esto gracias al mar, que también favorece la calidad del aire. Es por eso que no se habla de temporada alta o baja; a pesar del incremento de visitas en época estival, los turistas extranjeros vienen en diferentes meses del año.

En cuanto a su panorama visual, el Puerto ofrece una original geografía, compuesta de 45 cerros que forman un anfiteatro natural de cara a la bahía, dejando un estrecho espacio de planicie costera. Las casas de calamina inglesa, de variados colores, colgando de las laderas de los cerros, son la postal preferida de los visitantes foráneos. Los turistas chilenos prestan mayor interés a la arquitectura patrimonial, aquella que es testimonio de la primera etapa de la globalización, a fines del siglo XIX, una de las razones por la cual la ciudad fue nombrada Patrimonio de la Humanidad en el 2003.
bellavista

Tanto el visitante nacional como el extranjero disfrutan de observar y ser parte del estilo de vida porteño; pasear por el plan y los cerros de la ciudad, descubrir sus diferentes ritmos: abajo el ajetreo de la actividad comercial, arriba la calma de los miradores y la belleza de sus viviendas. Recorrer los recovecos de sus escaleras y rincones es esencial al turista. Por ello la Municipalidad ha desarrollado caminatas gratuitas que inician al visitante en estas aventuras urbanas. Una es La Ruta de los Inmigrantes, que abarca el área declarada Sitio del Patrimonio Mundial y los cerros Concepción y Alegre, haciendo hincapié en las colonias foráneas que se instalaron allí, hace ya más de un siglo. También en los nuevos inmigrantes, extranjeros que en la actualidad eligen vivir en Valparaíso, otorgando una impronta multicultural a la ciudad. El otro recorrido trata sobre la Ruta Bellavista del Arte y la Poesía y parte en las terrazas del Museo La Sebastiana, visitando también el Museo Organológico, con más de 600 instrumentos, y el Museo a Cielo Abierto, donde muros de sinuosas calles fueron el lienzo para pinturas de connotados artistas nacionales.

La oferta de alojamiento se ha ido incrementando y modernizando a medida que aumenta la demanda. En promedio anual, el turista se queda en Valparaíso dos noches y un poco más de tres en periodo estival, tiempo en el que puede elegir entre hoteles, residenciales y hostales. Si prefiere el estilo norteamericano existen los Bed & Breakfast o si busca un servicio de vanguardia, los hoteles patrimoniales boutique. Por su variedad, los precios permiten que pueda quedarse en Valparaíso el patiperro que recorre el mundo con el dinero justo, el que pone énfasis en un trato familiar, el que apuesta por el diseño, hasta quien busca lujo y máxima comodidad. Para garantizar su calidad, la Municipalidad lleva a cabo en conjunto con el Servicio Nacional de Turismo (SERNATUR) un Programa de Certificación que apunta a lograr la marca Q, que respalda dicha condición de calidad.mirador

Una de las actividades que más disfrutan los visitantes del Puerto es el comer, ya sea tomarse un café o, derechamente, cenar. Es en este ámbito que el turista logra una mayor interacción con los porteños. Los cafés de la Plaza Sotomayor, los alrededores de la Plaza Aníbal Pinto y cerros Alegre y Concepción tienen en común un aire cosmopolita que invita al extranjero a compartir. A la hora de almorzar o cenar, la carta gastronómica es amplia, desde lugares tradicionales donde reina la comida chilena y los platos contundentes, hasta comida internacional donde el chef se luce con recetas de su autoría. El plato favorito suele ser el marino. Valparaíso se caracteriza por sus sabrosos pescados y mariscos, que se pueden disfrutar en los mismos mercados o en restaurantes, con servicios y precios para todos los gustos, puesto que hay más de veinte lugares donde elegir.

Con todo el atractivo que posee, la ciudad sigue siendo nueva en las lides del turismo. En la década de los ochenta sufrió una fuerte crisis económica de la que ha costado salir. Su nombramiento como Patrimonio de la Humanidad, hace cinco años, fue el gran dinamizador de este polo de desarrollo. Hoy se cuenta con una voluntad de gestión a nivel público y privado que ha permitido potenciarlo, en especial a través de la consolidación de la Mesa Público-Privada Valparaíso Turismo.
hotel Gervasoni
De la mano con la recuperación del patrimonio arquitectónico y la infraestructura de la ciudad, aun deteriorados en muchos barrios, los mayores desafíos están en la generación de productos turísticos y en dar a conocer a la ciudad como destino en el ámbito internacional. Un ejemplo clave de lo primero es que Valparaíso tiene más de sesenta rutas de recorrido diseñadas, sin embargo, la gran mayoría no es un producto a cabalidad, puesto que aún no cuentan con una red de servicios consolidada que las respalde. Con respecto a la difusión de la ciudad, la ciudad está asistiendo a ferias internacionales en España, Alemania, Brasil y Argentina, en la idea de de que Valparaíso suene y se posicione con más fuerza en los mercados internacionales.

Otro desafío es compatibilizar la actividad del turismo con la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad. No se deben modificar las costumbres de los porteños –dice Miskovic- el turismo se genera para beneficiar a la comunidad local; que el turista lo pase bien es bueno para la ciudad. Aunque la relación entre visitantes y ciudadanos es amistosa y abierta, surgen los problemas típicos de un proceso de cambios en la ciudad. La participación ciudadana es un pilar más del turismo, ciudadanos conscientes de sus ventajas y proactivos pueden sacarle mucho provecho, generando empleos y entradas de dinero. Muchos lo están entendiendo así y han tomado iniciativas de emprendimiento en pequeñas empresas vinculadas a la actividad turística.

danza
Festival Danza al Borde
Valparaíso por sí mismo es un privilegio a la vista y gracias a un estilo de vida pluralista –adoptado en sus años de puerto principal- acoge. No cabe duda que seguirá consolidándose como un destino turístico, más aún con el apoyo de sus habitantes e incrementando sus servicios y productos. En el marco de una infraestructura y hermosos espacios urbanos que van en la senda de su recuperación patrimonial.


ENTREVISTA
Milos Miskovic – Jefe del Departamento de Desarrollo Turístico de la I. Municipalidad de


Bares tradicionales: testimonios de una cultura porteña 

Valparaíso tiene fama de ciudad noctámbula, sin embargo al hablar de bohemia muchos opinan que esta sólo existe en plenitud en los bares de antaño. Estos nos hablan de la antigua vida de puerto, sus habitantes y las transformaciones experimentadas.
El Bar Inglés es un portal al pasado. Data de 1916, abierto por un bodeguero suizo que encontró el amor en Valparaíso. Al notar que la mayoría de los grandes señores eran británicos, lo bautizó Inglés, para asegurar clientela. Le fue bien, sobre todo porque era el único lugar con distintas marcas importadas de wisky, que conseguía con sus contactos en los buques extranjeros. Su fama fue tanta que un chileno acaudalado le ofreció lo impensable por el negocio y el suizo aceptó. Cuenta la leyenda que al par de semanas el bar pasó de ser un lugar elegante y discreto a tener sobre su barra cabezas de chancho, perniles y jarras de chicha. Los ingleses habitué fueron en busca del suizo exigiendo que abriera otro local; desde entonces su nombre completo es Antiguo Bar Inglés.
La ubicación actual, calle Cochrane 851, es su tercer albergue. Durante la primera mitad del siglo XIX sus clientes fueron hombres de negocios, en su mayoría extranjeros, relacionados con la banca y con empresas locales. Las mujeres no entraban a ningún bar; su lugar estaba en los cafés, como el Riquet y Vienés, ya desaparecidos hoy día.
El actual dueño del Bar Inglés, Jorge Harbin, era originalmente un asiduo al bar, en los tiempos en que los directivos de las empresas ya eran porteños de nacimiento. Pedro Ponce de León, Gerente General del antiguo Banco O’ Higgins, le dijo un día:- ¿Sería tan amable de acompañarme al Consulado Inglés? Lo próximo que supo Harbin era que estaba sentado en la barra de un bar.

Bar Inglés
Bar Inglés
En 1978 el local fue a remate por deudas de arriendo. Un grupo de amantes del bar decidió comprarlo y con el tiempo le vendieron su parte a Harbin, quien mantuvo el estilo y costumbres, incluida su vocación lúdica. Allí todo era motivo de entretención, por ejemplo, la gente gustaba adivinar los países de la colección de banderines y apostaba cuántas personas había en una fotografía antigua del Reloj Turri.
El Bar Inglés no ha cambiado mucho en esencia. Por las mañanas es ideal para un café reposado; al almuerzo, mujeres y hombres disfrutan de platos caseros. Aún así, sigue teniendo un temple de Club de Toby: en el baño de varones existe una pizarra para que éstos puedan dejarse mensajes, generalmente bromas.
Acá todos nos conocemos. No son clientes, son amigos. Hay más de 1500 vasos con nombre; cuando alguien viene de manera habitual le mandamos a hacer uno- dice Harbin. Lo más importante para pertenecer a esta familia es tener buenas costumbres, dice su dueño, quien una vez dado el visto bueno presenta al nuevo comensal a aquellos que ya son un clásico.
Si el Bar Inglés se relacionaba con el mundo financiero, el Bar La Playa era de aduaneros y navegantes. Se inauguró en 1908 aledaño al Muelle Prat y desde 1934 se ubica en calle Serrano 567. La cercanía al puerto condicionó su púbico, cuenta Cecilia Gutiérrez, dueña del bar:- En esa época había una dinámica de pollos y medios pollos (1). El titular del trabajo se quedaba acá y como ganaba bastante dinero lo pasaba muy bien.

Bar La Playa
Bar La Playa
El local tenía fama de antro sexual, nunca fue un prostíbulo. Por las noches se hacían cenas bailables, donde las damas invitadas no eran precisamente esposas de los parroquianos, sino sus amantes. De día era el típico bar de puerto donde los varones pasaban las horas tomando y comiendo.
El Bar La Playa ha tenido varios dueños: primero españoles, luego italianos y en el año 90 un chileno sueco quien lo revivió, pues durante la dictadura militar perdió clientela. Esta vuelta fue coincidente con otra, la del Festival de Cine de Viña del Mar, suspendido desde el Golpe. Sucedió que muchos de sus asistentes –actores, directores, guionistas, cinéfilos y artistas- festejaron en el bar, coronándolo como nueva sede de la bohemia porteña.
Hoy tiene diversos públicos, desde jóvenes de 18 años a adultos con más de 60. A veces llegan señores que me dicen “hace treinta años que no vengo, pero yo vine por treinta años”. Ellos vivieron el Valparaíso de las fotografías antiguas- cuenta Cecilia, para quien el bar es como un libro; por cada cliente una historia. Viejos porteños y artistas locales suelen ir durante el día. Los meseros ya saben a qué hora llegará el vendedor de elásticos (un señor de ochenta años) y el mago del Cerro Alegre.
Por las noches, especialmente los fines de semana, La Playa se transforma en un lugar de carrete (2) universitario. Son muchos los estudiantes de intercambio que llegan recomendados por otros extranjeros. Lo que les llama la atención es su aspecto anticuado y kitch: grandes espejos –dos de ellos solían ser del prostíbulo Los Siete Espejos, famoso en el Barrio Puerto de antaño-, altas puertas de madera con vidrio y bronce, una larga barra estilo inglés y, sobre todo, cuadros, muñecas, banderas, figuras, fotografías, botellas viejas y demás cachureos que se han ido acumulando.
A su dueña le interesa preservar la ambientación del bar, lo ve como una labor de rescate patrimonial. A su favor, ya es conocido como mítico, incluso cuenta con su propio fantasma: una mujer joven de principios del siglo XX capturada en una fotografía del artista local Pablo Alarcón.

Bar Cinzano
Cinzano
El bar tradicional más conocido de Valparaíso es el Cinzano, por su ubicación céntrica en plena Plaza Aníbal Pinto y su antigüedad. Creado en 1896, su actual administrador Jorge Campusano lleva 41 años trabajando ahí, aunque comenzó a frecuentarlo mucho antes. Cuenta que el bar pertenecía a un circuito de locales afines: el Neptuno, Alemán, Chile y Pajarito. Cada cual tenía su público cautivo, pero todos cerraban más temprano que el Cinzano, por lo que ahí llegaban los que no estaban listos para terminar la noche.
Sin embargo, no era una taberna de mala muerte, sino un bar de hombres, donde se hacían campeonatos de juegos de mesa. No había espectáculos en vivo, como ahora:- La única música que se escuchaba era el chicotear de los cachos y los golpes del dominó- dice Campusano. A las siete de la tarde comenzaban a llegar los trabajadores de las fábricas –W. Scott, Tres Montes y Compañía Chilena de Tabacos, entre otras. Un Cuba Libre (3) y un sandwich eran la dieta habitual. Campusano fue uno más de los parroquianos hasta que perdió su trabajo y el dueño de esa época le ofreció estar detrás del mesón.
Todos los propietarios del bar habían sido italianos hasta que llegó Pablo Varas, chileno y padre del actual mandamás. Con él, durante los 80, empezaron las cenas bailables en el segundo piso; el solista de tangos, al ver llegar una pareja, cantaba la canción que sabía les gustaba. Los jóvenes comenzaron a frecuentarlo finalizando la década, cuando arriba quedó sólo la orquesta tropical y se vendía la botella de pisco con cuatro aguas (4). Pronto cerró ese nivel por el desorden que se provocaba y en el intertanto el local sufrió varias transformaciones. Se habilitó un espacio como restaurant, el mismo de ahora pero cerrado, y se cambió la barra de un extremo al otro.
En 1987 el cineasta nacional Luis Vera grabó en el Cinzano parte de su película Consuelo, una ilusión. La fama del bar había crecido. Hoy es un lugar que mezcla edades, nacionalidades y estilos de vida; un hito de la ciudad:- Si visitó Valparaíso y no ha estado en el Cinzano, no ha estado en Valparaíso- le dice Campusano a los visitantes. Su mayor atractivo son las noches de tango y boleros en vivo, sus viejos cantantes incluso grabaron un disco con un reconocido músico nacional, Titae Lind.
Todos los bares tradicionales de Valparaíso provocan la misma sensación, la de trasladarse a otros tiempos. Y aunque la vida actual sea muy distinta, permanece el mismo gusto, en porteños y visitantes, por beber y comer en un ambiente nostálgico y amigable.
Ver listado de Bares Tradicionales de Valparaíso


(1) Pollos y Medios Pollos: los trabajadores portuarios al ganar un buen sueldo, solían pagar a personas –pollos- para que se ocuparan de sus responsabilidades. A su vez, éstos encargaban a  otros –medios pollos- lo mismo.
(2) Carrete: fiesta
(3) Cuba Libre: trago compuesto por ron y Coca Cola
(4) Botella de pisco con cuatro aguas: botella de pisco con cuatro bebidas

DIRECCIONES
Antiguo Bar Inglés – Cochrane 851. F. 221 46 25
Bar La Playa – Serrano 567. F. 259 42 62
Cinzano – Plaza Aníbal Pinto 1182. F. 221 30 43
 

Hoteles Patrimoniales Boutique: comodidad a la medida 

No hace mucho que este tipo de alojamiento se instaló en Valparaíso, sin embargo, hoy ya se cuentan diez. Sus principales características incluyen atención ultra personalizada, servicios de calidad y fachadas que remontan a principios del siglo XX.
En otras partes del mundo les llaman hoteles temáticos o con encanto, pero todos apuntan a lo mismo: hacer sentir al pasajero como en casa, excepto que éstas están hechas para otorgar el máximo confort. El nombre que adoptaron en Valparaíso busca fusionar la esencia patrimonial de la ciudad con el concepto boutique, que remonta a la época cuando los trajes se hacían a la medida y vendedores y clientes se conocían de toda la vida.
El pionero en esta línea de alojamiento fue el Hotel Casa Thomas Somerscales, que abrió sus puertas el año 2004 en la misma vivienda del Cerro Alegre que edificara el pintor inglés en 1874. Fue reacondicionada para contar con lujos actuales como jacuzzi e internet Wi-Fi, pero manteniendo una decoración que transporta a tiempos pasados. En general, todos juegan a mezclar lo patrimonial con lo moderno, primero, porque ese es el sello de la ciudad, luego de ser nombrada Sitio del Patrimonio Mundial por la Unesco en 2003, y, también, por su grupo objetivo: turistas nacionales y extranjeros de estrato sociocultural alto, que gustan ser huéspedes identificados por sus preferencias, en lugares exclusivos, bien decorados y con vistas únicas.
El Gran Hotel Gervasoni cumple con los requisitos. Goza de una ubicación privilegiada en el conocido paseo- mirador del mismo nombre y tiene un diseño interior neoclásico victoriano, acorde a la arquitectura de las dos viviendas que lo albergan. Paulo Briceño, Gerente General y uno de los dueños del hotel, cuenta que apostaron por el lema El Hotel Boutique que rescató la historia de Valparaíso. La casa principal data de 1870, la más antigua del Cerro Concepción, según Briceño, y donde habría vivido Pascual Baburizza antes de construir el palacio del Paseo Yugoslavo.


Hotel Gervasoni
Lo más llamativo del hotel es el rescate del cuero remojado de sus paredes y los cielos en el hall, salón de entrada y restaurant. Su decoración  basada en muebles de estilo termina de cerrar la atmósfera de época y la vista al mar, de encantar a los huéspedes. Además, el Gran Hotel Gervasoni cuenta con una cava –en un subterráneo originario de 1870- que tiene más de ciento cincuenta etiquetas nacionales y extranjeras. En su restaurant llamado Di Vino, un sommelier está a disposición de los clientes todos los días.
El hotel Ultramar, ubicado en el Cerro Cárcel, tiene una fachada que data de 1907, estilo italiano, hecha de ladrillos. Es como una pequeña fortaleza, sin embargo, al entrar, el panorama contrasta: un espacio estrecho pero abierto, de líneas rectas con piso estilo ajedrez y ambiente pop. Optamos por hacer una restauración moderna de una propiedad centenaria- dice Myriam Fliman, dueña del hotel y ex directora nacional de Turismo, quien en noviembre del 2004 abrió las puertas del Ultramar, augurando que Valparaíso se transformaría en un importante destino turístico a mediano- largo plazo.
Su diseño interior está lleno de cuidados elementos como la presencia reiterativa de dos figuras geométricas, el cuadrado y el círculo, o la elección cromática del negro, blanco y rojo como base. El mesón de recepción y de la cafetería, separados por una escalera sin paredes, son idénticos, en un juego de similitudes y contrastes que subyace a todo el hotel, incluidas sus 16 habitaciones. Pero más allá de la decoración, a Myriam Fliman lo que más le importa es la excelencia en el servicio, que comienza cuando el pasajero hace su reserva y abarca hasta el más mínimo detalle, sobre todo, en cuanto a la higiene.


Hotel Ultramar
En el Zero Hotel, la atención personalizada también se da desde el primer contacto, si el huésped desea orientación para moverse por la ciudad y alrededores se le programan actividades, de lo contrario no se insiste en ello. Lo que más le interesa al staff es que los turistas se sientan cómodos, de ahí que su dueña, Adela Ibáñez, lo haya bautizado como Unique Homescape, un lugar de escape cálido y único.
La casa ubicada en el Cerro Alegre, fue rehabilitada por dentro tratando de mantener algunos de sus elementos originales, que datan de fines del siglo XIX, como pisos, ventanas y algunas lámparas colgantes. A los huéspedes se les indica si su habitación solía ser, por ejemplo, el salón de baile o el escritorio. Por otro lado, los muebles son contemporáneos, de líneas simples pero elegantes, como las reconocidas sillas Valdés.
El espacio Winter Garden, fue agregado a la fachada trasera de la casa, junto al patio. Es un comedor de vidrio, con vista al cerro y mar, que otorga una atmosfera de tranquilidad y reposo, acorde con el estilo hogareño que se quiere transmitir. Pero lo que más diferencia a Zero Hotel de otros es su Honesty Bar, donde los mismos visitantes se sirven la bebida que desean, anotando su consumo en una pizarra. Al final de la estadía, éste es agregado a la cuenta del check out.
Sin duda, el alojamiento que lleva a su máxima expresión la mezcla entre lo patrimonial y lo moderno, es Acontraluz. Con dirección en el Cerro Alegre, solía ser una residencia para estudiantes y ahora, tras dieciséis meses, es el primer hotel patrimonial boutique amigable con el medio ambiente. La gran apuesta de Verónica Castillo y José Campusano ha sido ocupar energías renovables como la solar y eólica, para la electricidad y calefacción de su alojamiento. Buscan incentivar al resto de la comunidad a adoptar un modo de vida que sea lo menos dañino posible con el planeta en que vivimos.


Vista desde el Hotel Acontraluz
El hotel se compone de dos casas gemelas construidas en 1903, sin embargo, hoy albergan tecnología de punta: el agua caliente y la calefacción dependen de paneles solares, apoyados por una caldera a gas de última generación, que se enciende automáticamente sólo cuando la energía limpia no es suficiente, es decir, en días de invierno. La electricidad también está conectada a un sistema de fotovoltaje con uso de ampolletas LED, conocidas por su bajo consumo, a su vez, se alimenta de energía eólica, captada por molinos helicoidales. Esta tecnología ecológica, se utiliza para las luces de pasillo, emergencia y de patio; el resto del hotel ocupa electricidad normal de 220 watts. Aún así, la energía del hotel es en un 70% autosustentable.
Además de ofrecer a los huéspedes la exclusividad de estar en un hotel amigable con el medio ambiente, Acontraluz tiene lujos como baños con hidromasaje silencioso, sábanas de 300 hilos y terrazas privadas en todas las habitaciones con hermosas vistas al cerro y al mar.
De los diez hoteles patrimoniales boutique que existen hasta ahora en Valparaíso, ocho han utilizado el Subsidio a la Inversión en Inmuebles de Interés Turístico o Patrimonial, que ofrece Corfo (1). La industria hotelera va en ascenso gracias a la iniciativa privada y el apoyo estatal. Este tipo de alojamiento, que mezcla cultura con confort es especialmente atractivo para los turistas europeos y de Norteamérica que visitan la ciudad. Sin duda, ofrece una estadía agradable, en que el hotel ya no es visto como un lugar sólo para dormir, sino para habitar.
(1) Corfo: Corporación de Fomento de la Producción
Conozca todos los Hoteles Patrimoniales Boutique de la ciudad acá 


DIRECCIONES
Hotel Casa Somerscales – San Enrique 446, Cerro Alegre
Gran Hotel Gervasoni – Paseo Gervasoni 1, Cerro Concepción
Ultramar – Tomás Pérez 173, Cerro Cárcel
Zero Hotel – Lautaro Rosas 343, Cerro Alegre
Acontraluz – San Enrique 473, Cerro Alegre
 
Hotel Casa Thomas Somerscales
Hotel Casa Thomas Somerscales


















Hotel Gervasoni
Trabajo de restauración en cuero






























Hotel Gervasoni
Luminaria de época, Hotel Gervasoni






































Zero Hotel
Zero Hotel




































Restauración Hotel Acontraluz
 

Bar Inglés

































































Bar Inglés
Exterior Bar Inglés







































Bar La Playa
Cecilia, dueña Bar La Playa

Bar La Playa

Bar La Playa
































Cinzano

Cinzano

Cinzano
 

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